Ayer y
hoy
Tu
paso, como una sombra,
era
difícil de seguir,
y al
perderte en una esquina
sólo
quedaba en mí, como en la calle,
un
vago sentimiento de vacío.
Tu
cimbreo, tu cintura
me
estremecían
y el
jardín parecía tener más rosas
y el
verano calor,
pues
en mis labios de niño aún no había
la
palabra que define al amor.
La
edad nos separaba,
como a
dos cuerpos,
no de
tamaños distintos,
sino
de espacios diferentes.
Y mis
manos asiéndote,
mis
brazos abarcándote,
no
podían asirte,
no
podían alcanzar tu cuerpo, tu mirada.
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