jueves, 2 de marzo de 2023

la batalla de 5 de Mayo

 

En 1862 las armadas de España, Inglaterra y Francia desembarcaron en Veracruz dispuestas a cobrar sus préstamos a México. Después de negociar con el representante de México España e Inglaterra se retiraron.

Sin embargo, Napoleón III, Emperador del Segundo Imperio Francés, quería establecer una monarquía favorable para Francia, y asimismo, quería disolver el

Gobierno Constitucional Mexicano. Así, las fuerzas francesas (7000 soldados) al mando del General Lorencez salieron hacia la ciudad de México.

El Presidente Juárez le dio la orden al General Ignacio Zaragoza de detener el avance de las fuerzas armadas francesas en los fuertes de Loreto y Guadalupe cerca de la ciudad de Puebla. Zaragoza contaba con sólo (2,000) dos mil hombres.

El 5 de mayo de 1862, los cañones resonaron y

los rifles dispararon y más de (1,000) mil

soldados franceses cayeron muertos. Los

mexicanos habían ganado la batalla, pero no la

guerra. Sin embargo, esta fecha es la que

simboliza el valor mexicano ante una armada

tan formidable.

Derrotadas en la batalla de Puebla, se refugiaron en Orizaba mientras esperaban refuerzos

para proseguir la ofensiva. Mientras tanto, Luis Bonaparte sobrino de Napoleón I, se alió con

grupos de conservadores mexicanos para imponer un rey europeo en el país.

Para junio de 1864, Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota (austriacos) llegaron a la

ciudad de México para tomar posesión del recién formado Imperio Mexicano y fueron

coronados como el Emperador y la Emperatriz de México. Los republicanos, al mando de

Benito Juárez, no aceptaron la intervención extranjera. Se refugiaron en el norte del país y les

pidieron ayuda a los californianos y a otras sociedades mexicano-norteamericanas con

financiamiento y voluntarios para la lucha.

Estados Unidos al término de su guerra civil, presionó a Francia para que se retiraran.

El retiro de las fuerzas francesas en 1867 fue obligado. Maximiliano, indefenso, tuvo que recurrir a sus antiguos aliados conservadores, los generales Miramón y Mejía, pero ya era demasiado tarde.

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