Autor:
Rainer María Rilke, novelista y poeta nacido en Praga; 1875-1926.
Otras obras: Vida, y canciones, Canto de amor y muerte del corneta Cristóbal
Rilke, Libro de las imágenes, Libro de las horas, Los cuadernos de Malte
Laurids Brigge, Elegías de Duino, Sonetos de Orfeo, etcétera.
Género y corriente: Literatura epistolar.
Estructura: Consta de 10 cartas.
Sinopsis: El joven Franz Xaver Kappus, poeta incipiente y alumno de la escuela
militar donde antes había estudiado el propio Rilke, un día envía a éste
algunas de sus poesías pidiendo su opinión sobre ellas y su vocación. Rilke
contestó y así nacieron estas famosas y bellísimas cartas de inestimable
contenido espiritual, separadas del epistolario particular del autor y
publicadas después de su muerte en 1929. Varios temas aborda Rilke en ellas: la
poesía y la creación literaria, la crítica, la naturaleza y la humildad frente
a su misterio, la soledad, el mundo interior, Dios, el amor, la muerte, la
profunda armonía de la vida y, en fin, el arte en general.
Cuando un poeta crea —afirma Rilke— no debe preguntar a los demás si sus versos
son buenos o no; más bien debe penetrar en si mismo e indagar de dónde nace esa
vocación: si su inclinación es producto de una necesidad interior, sus poesías
desde luego serán buenas y deberá seguir escribiendo; pero si el hecho de
escribir está condicionado a situaciones externas a él —como la vanidad, la
crítica, los amigos, los lectores—, entonces, cualquier cosa que produzca
seguramente no será de calidad.
Una obra de arte es buena sólo cuando nace de la necesidad. El que pretende
convertirse en un buen poeta debe preguntarse primero si podría vivir sin
escribir; si la respuesta es sí, mejor debe abandonar su empeño y dedicarse a
otra cosa. Si la respuesta fuera "moriría si dejara de hacerlo",
entonces debe seguir ese camino; he ahí su verdadera vocación. Ya en ella, debe
abandonar toda otra cosa y construir su vida alrededor de ese único eje, la
vocación- Si sigue estos lineamientos, no debe temer ni confiar en ninguna
crítica; ésta siempre es incapaz de juzgar algo tan inefable como la creación
poética.
En relación con ello está el tema de la soledad: el poeta no debe evitarla,
sólo amándola sin reservas y sumergiéndose completamente en ella encontrará la
verdadera fuente de inspiración para su obra. La atenta observación de la
naturaleza —declara Rilke— es otro sabio aprendizaje. Frente a ella y sus
misterios sólo cuadra una gran reverencia. Además, quien la ama y se impregna
de ella nunca está solo. Penetrar en el propio mundo interior es otra clave que
el verdadero creador debe aprender; solamente haciendo esto podrá madurar,
crecer espiritualmente; en ese lugar el tiempo no cuenta, esperando con
paciencia y humildad, en él hallaremos el nacimiento de una nueva luz
enriquecedora de la obra de arte.
En esta obra de gran profundidad reflexiva afirma Rilke, su creador, que:
"Es necesario vivir en celo, crear en celo". Para él, la vida
creativa está demasiado cerca del amor y de la vida sexual: tiene sus mismos
sufrimientos, voluptuosidades, angustias, dudas, obsesiones, deseos, insatisfacciones
y dichas dolorosas. Solamente el amor y la creación proporcionan un profundo
conocimiento de la vida, un conocimiento universal; tan sólo a través de ellos
se puede llegar a Dios. Así como debemos estar solos para crecer y estamos
solos frente a la muerte, debemos estar solos para crear y para encontrar a
Dios. Nadie nos puede socorrer para esta maduración.
La honda espiritualidad emanada de estas cartas las hizo célebres en todo el
mundo.
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