Todo comenzó el 24 de febrero de 2022. Rusia lanzó una
“operación militar especial” en el este de Ucrania que, con el paso de los
meses, se extendió a gran parte del territorio ucraniano, con especial
relevancia en las grandes ciudades del país. Una ofensiva bélica dirigida por
Vladímir Putin para “desmilitarizar y desnazificar Ucrania”, según la postura
que defendían desde el Gobierno ruso, así como frenar los deseos del país
vecino de unirse a las filas de la OTAN. A pesar de que en un principio se
creía que Rusia sería superior en el campo de batalla, el conflicto bélico se
ha alargado. Con un legado en el país ucraniano de zonas conflictivas que han
acabado anexionadas a Rusia, como Crimea, o rebeladas en contra del Ejecutivo
nacional, como es el caso de Donetsk y Lugansk, el intento de Ucrania por
terminar de romper sus lazos soviéticos y abrazar una mayor occidentalización
se vio sorprendido por el camino por un conflicto armado a gran escala.
La Ucrania que perdimos (y la que estamos ganando) en el
primer año de la guerra
El Confidencial
Al inicio del conflicto, Rusia no logró avanzar todo lo que
hubiese deseado en su ofensiva. No obstante, el ejército ruso bombardeó varias
ciudades al oeste de Ucrania, cercanas a la frontera de la OTAN y la Unión
Europea. Unos ataques que se sumaron a los que asolaron las ciudades de
Mariupol, Járkov, Chernígov, Sumy y los alrededores de Kiev.
Duras sanciones financieras y personales
Con el inicio del conflicto, además, las grandes potencias
mundiales, países emergentes y otros estados se posicionaron en dos bandos: por
un lado, los que condenaron de forma activa la guerra en el país y quienes se
desmarcaron como aliados de Rusia o, por su silencio, como cómplices pasivos.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, se ha mantenido firme en su
defensa de los territorios ucranianos y su población. Tras el anuncio de la
invasión, llegaron las sanciones por parte de Estados Unidos, la Unión Europea,
Reino Unido y Canadá. En este sentido, se tomaron medidas financieras y
económicas con el objetivo de dificultar las transacciones de Rusia y así
presionar al Gobierno de Putin para que renunciara a sus pretensiones
extraterritoriales. Algo que no surtió el efecto deseado.
placeholderEl presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski
(Reuters/Mike Segar)
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski (Reuters/Mike
Segar)
Asimismo, se aplicaron medidas restrictivas individuales a
Putin y a los miembros de su Ejecutivo, así como a personas del complejo
militar-industrial de Rusia, a dirigentes del banco central del país y a
familiares de funcionarios de alto rango. Pero lejos de quedarse aquí, el
conflicto también ha generado la toma de medidas diplomáticas, de la extensión
de visados, de la prohibición de medios de comunicación y restricciones a la
cooperación.
Foto: El presidente de EEUU, Joe Biden. (Reuters/Jonathan
Ernst)
EEUU sanciona comercialmente a Rusia con símbolos como el
vodka y el caviar
EFE
Pero no solo eso, ya que multitud de grandes empresas, como
Netflix, Ikea o Apple, cerraron sus negocios en el país tras la invasión a
Ucrania. Un hecho que Putin no pasó por alto, amenazando a las compañías que
han salido del país.
La población: el horror de la barbarie
Lo más grave de todo es el drama humano, ya que gran parte
de la población ucraniana empezó a movilizarse para salir del país por el
conflicto y desplazarse a naciones vecinas, como Polonia, Moldavia o Rumanía,
aunque con el paso del tiempo han podido llegar al resto de países europeos en
calidad de refugiados.
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